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De Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol

Un Merecido Descanso (Día 4 -Paisanos y Lluvia-)

Ayer me decidí a cambiar de aires, saqué a Miranda poco después de que mi hermana marchara al trabajo, y guardé el portátil en su maletín, cogí las llaves del coche con la intención de desayunar en otro sitio diferente y poner rumbo a Yuncos para hacer la compra. El sitio lo tenía bastante claro, lo había visto unos meses antes en Huelva, trasteando las posibilidades para quedarme a dormir por aquí, el sitio se llama "La Gran Casa" un antiguo caserío remodelado y reconvertido en hotel rural, restaurante, cafetería y patio andaluz o mudejar o como lo quieran llamar, un patio coqueto. Y allí me senté a desayunar mientras escribía las andanzas del tercer día. Fuera lloviznaba, pero aún así hacía bastante calor, después de terminar de escribir puse rumbo a Yuncos para comprar un par de cosas y luego vuelta a casa, a publicarlo en el blog, y mirar un par de cosas para ver que podíamos hacer por la tarde, aunque el plan estaba claro como iba a terminar, en Fuenlabrada, viendo la actuación de un paisano.

Cuando mi hermana llegó del trabajo calentamos la comida del chino que nos sobró de la noche anterior, charlamos un poco, llamamos a Huelva para ver como estaban los papis y nos echamos la siesta un rato. Después hicimos algo que también viene siendo tradición en mis viajes a Madrid o alrededores, convertirnos en hormigas, y pasarnos casi dos horas entra la ida y la vuelta bajo el suelo de Madrid. Todo para un antojo, que era tomar café en Starbucks, que desde la primera vez que lo pisé, en una visita que hice con mi amigo Sergio, se ha convertido en una tradición. Y en la puerta del sol, cerca de la Joy Slava y de El Corte Inglés de la calle Preciados está el Starbucks, un mocca blanco para mi y un frapuccino de chocolate para mi hermana. Terminado el refrigerio, rumbo a Fuenlabrada, y ya llegabamos con el tiempo justo, ya que nuestro paisano, actuaba a las 22.00 y eran cerca de las 21.15, rápido bajamos por las escaleras de metro de la puerta del sol buscamos el anden de la linea 3, nos montamos, tres paradas más tarde volvemos a bajar para coger la linea 10, que cuando se quedó sin paradas, cambiamos por la linea 12 de metro sur, para bajarnos 7 u 8 paradas más adelante, eran las 22.00 y todavía teníamos que llegar al recinto, la hora de llegada eran las 22.25.

Lo primero que me sorprendió es ver a tantísima gente allí, aunque eran las fiestas de Fuenla y el concierto era gratis, todo el recinto estaba ubicado a unos 2 km de distancia, aún así había mucha gente, lo siguiente fue ver como la gente se entregó a Manuel Carrasco, nuestro paisano, en todas las canciones. Un concierto con cambios de ritmo, los ritmos fuertes hacían que la gente no parara de saltar y gritar, los ritmos más lentos hacía que la gente cantara y entre canción y canción, una voz le gritaba "LA DE HUELVA, CANTA LA DE HUELVA" Mi hermana se desgañitaba a mi lado en cada canción y entre cada canción también se dejaba la voz, pasadas dos o tres canciones consiguió aliarse con dos o tres que notaron que su acento no era de Madriz si no andaluz y que notaron además que le hacía mucha ilusión oir esa canción. Supongo que es normal que alguien que pisa su tierra un mes al año le guste oír canciones que encumbran a su ciudad y provincia y más en la voz de un paisano que tenía al público en el bolsillo. Pero no la cantó, y nos fuimos con un sabor agridulce, agrio por que nos faltó ese tema, dulce por que es para estar orgullosos de un onubense que consigue con su música embelesar a los que le escuchan.

Después del concierto fuimos al recinto ferial a cenar algo, y mientras cenábamos, veíamos relampagazos a lo lejos, yo le metí algo de prisa a mi hermana, no quería mojarme y tan rápido como terminó nos pusimos rumbo al coche. Pero nos faltaron 10 minutos, comenzó a chispear mientras caminábamos por la calle por la que mañana (hoy si lo estás leyendo el viernes) correríamos en el último de los encierros, y aunque apretamos el paso, la lluvia también apretó y justo cuando llegabamos a la estación donde estaba aparcado el coche empezaron a tirar cubos y cubos de agua desde el cielo, una tromba de agua impresionante estaba cayendo, solo fueron 25 metros, los suficientes para que toda la ropa adquiriera un par de kilos más de peso debido al agua, nos montamos chorreando en el coche y de vuelta a casa. En el camino, poco antes de llegar a Yuncos por la A-42 tuvimos que ponernos a 40km/h debido a otra tromba de agua y aire que apenas nos dejaba ver las líneas de la calzada, aún así, como podéis comprobar seguimos sanos y salvos y mañana, toca ir de encierro, POR FIN.

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