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De Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol

Un Merecido Descanso (Día 7)

No se me ha olvidado escribir el último día, simplemente es que no sabía como hacerlo. Y es que nunca es fácil escribir lo que sientes ni lo que ocurre en el día de la partida. Por eso empezaré por el final. Llegué a Huelva sobre las 16.30 poco más o menos, mientras aparcaba el coche en el garaje apareció mi madre que bajo a recibirme y ayudarme con las maletas, un fuerte abrazo y dos besos, y Miranda correteando entre los dos, al llegar a casa mi padre esperaba en el sofá, todo estaba como cuando me fui, algo normal, al fin y al cabo solo había pasado una semana. Pero en el cuerpo llevaba más de 500 km ese día, una distancia que se me hizo corta, pasó rápido, me pareció menos distante que al ir hacia mi destino vacacional. Y eso que me costó salir de Yuncler.

Esa mañana tampoco pusimos las alarmas, esa mañana era diferente, me desperté serían casi las once de la mañana, no quería demorar más mi partida pero tampoco quería irme de allí. Los motivos eran obvios, allí estaba muy a gusto, y volvía a dejar a mi hermana lejos de su familia. Me levanté del sofá y me fui hasta su cuarto, allí estaba junto a Miranda, ninguna me sintió llegar, así que me tumbe junto a las dos, y al hacerlo Miri empezó a mover el rabo, y mi hermana empezó a desperezarse, sin mediar palabra, nos pusimos en pié y desayunamos sin hablar. Sabíamos lo que iba a pasar llegado el momento, y las gana de hablar eran muy pocas. Preparé las cosas, recogí el portátil, los cables, la ropa, los zapatos, las cosas de aseo, todo. Bajé a preparar el soporte del GPS, y al subir estaban las dos listas, Miranda meneándose entera y mi hermana con el gesto torcido, intentando sonreír para disimular algo que no se puede disimular, por lo menos ella no puede. Paseamos a Miranda un poco, y después recogimos las cosas y las cargamos en el ascensor, por el pasillo que da acceso al garaje empezamos a notar la tensión de ese momento que estaba a punto de llegar, metimos las maletas en el coche, la nevera y el portátil delante, la canastilla de Miranda en el asiento de atrás, le dije que abriera la puerta del garaje y saliera mientras yo sacaba el coche.

Esa mañana la puerta del garaje abrió a la primera, y pareció abrirse más rápido que el resto de la semana, Miranda salió la primera y tras ella, cabizbaja Tamara, yo puse el contacto y comencé a circular rumbo a la puerta, al salir, un sol que calentaba sin molestar estaba casi llegando a su cenit en el cielo. Paré el motor junto a mi hermana que sostenía en brazos a Miranda, eché el freno de mano y me bajé del peugeot blanco. Fue en ese momento, ese mismo momento cuando los sentimientos salieron, ya no se podía controlar, mi hermana puso a Miranda en el suelo y me abrazó, lo hizo de tal manera que los pelos de todo mi cuerpo se erizaron, igual que ahora mientras escribo esto, comenzó a llorar y ya no pudimos controlarlo más. Allí estábamos los dos, de pié, junto a mi coche cargado de bártulos, abrazados y llorando. En diciembre volveré, y se que el día que tenga que volver pasaré por lo mismo, pero no me importa, es mi hermana. Eso es lo que pensé. Me separé como pude para que ninguno sufriera más. Abrí la puerta de atrás del coche, Miranda subió sin necesidad de decírselo. Un último abrazo y beso antes de abrir mi puerta. Me monté en el coche y con la ventana abajo se coló mi hermana para darme otro beso. Los dos seguíamos llorando, encendí el motor, y avancé poco a poco. Al girar para incorporarme a la carretera, la vi por el retrovisor, y otra vez comencé a llorar, igual que ahora, mientras escribo esto. Gracias Tamara, y no dudes de que estás navidades las pasaremos juntos, como no deberías dudar de que aunque estemos lejos... Siempre puedes contar conmigo, por que siempre estoy a tu lado.

Solo me queda pedirles a Carlos, Lucía, FerWini (o como se escriba), Juan y los demás vecinos, que no sé si leerán esto, que la cuiden, que lo hagan como hasta ahora, que desde aquí se les agradece todo lo que hacen por ella, y por supuesto como os habéis portado conmigo cuando he estado allí. Sois geniales y espero veros a todos en Diciembre. 

Gracias a todos y un beso enorme para mi Hermana. Aquí también se te echa de menos. 

1 comentario

TAMARA -

jooo gordy, todas las veces q lo he leido he terminado llorando, los vecinos desde aki te mandan un saludo, comentan q eres un tio muy majo. gracias x haber venido a verme, te exo muxo de menos gordy, ojala pasen pronto estos dias y poder estar otra vez juntos. Un besito tato. te kiero