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De Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol

LA PECULIAR MENTE DE LILY-ROSE

Ya se lo decía su padre cuando la veía cada noche acurrucada en la cama abrazada a su oso blanco, -¿Sabes lo que te pasa?, que en realidad no quieres crecer-. Habían pasado unos cuantos años desde que dijera aquella frase que tanto cambió a Lily-Rose, pero al contrario de lo que dicen, sí era tarde para darse cuenta de que no quería ser mayor. Nunca se había preguntado cuáles eran los verdaderos motivos a parte de que dejaran de mirarla con inocencia..., tal vez ni siquiera los sabía, ella siempre decía -No quiero crecer- y se abstenía de dar cualquier explicación que consiguiera hacer entender, aunque solo fuera una cuarta parte, a aquellos que la escuchaban sin adivinar sus pretensiones, que por supuesto, no eran otras que detener el tiempo.

 A Lily-Rose no le valían todas aquellas razones. Por lo de conducir..., podría hacerlo cuando quisiera, tenía claro que el único problema iba a ser el conseguir pasar inadvertida ante la policía, aun así, ella seguía viéndolo fácil, y por lo demás, podría seguir comprando alcohol con el carnet de su hermana, despues de todo se divertía teniendo que inventar explicaciones del por qué no existía parecido alguno con la de la foto... Asi que no había teoría, motivo o argumento lo suficientemente convincente como para no querer sus 17 años de por vida.

 Lo que sí estaba claro era su miedo a acercarse a la fecha en la que se convertiría en algo parecido a un adulto. Y cuando por fin parecía que alguien podría hacerla entrar en razón diciéndole que los besos ya no estarían prohibidos en Fumaces, supo que ni por esas querría empezar a ser mayor. Solo pedía unos cuantos años más, solo unos cuantos y estaría lista, -mientras tanto no- decía. Y en cuanto a aquellos besos que ni daba ni recibía, se preguntaba qué cambiaría de un día para otro ante los ojos de los demás para que dejaran de mirar extrañados cómo aquel hombre besaba a esa niña. Todo eso le sonaba más a excusa que a cualquier otra cosa, pero lo cierto es que le daba igual.

 Lily-Rose estaba segura de que en el planeta había cientos de niñas ansiosas por llegar a la mayoría de edad asi que, ¿por qué no les podía regalar su oportunidad?, ella no la quería para nada.

 Para ser sincera consigo misma, el mundo de los mayores parecía tan complicado que tenía claro que no desempeñaría un buen papel. Definitivamente, Lily-Rose quería seguir siendo la niña besada por aquel hombre de las gafas de sol. Quería seguir siendo pequeña a pesar de sus 100 años de vida, al fin y al cabo llevaba 60 años conviviendo con los 17...

 

1 comentario

Dani Montero -

Interesante pensamiento, por lo que se ve, aquí vamos a publicar más de uno :D