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De Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol

Richard de Fumaces

Lo había conseguido, tenía todo lo que podía querer. Richard tenía el poder sobre Fumaces, controlaba todo lo que pasaba en la obra de la catedral, y de cara a las gentes del pueblo, tenía todo lo que podía querer. Pero, ¿realmente tenía todo?. El se sentía fuerte, se sentía capaz de asumir la responsabilidad que le había caído cuando se descubrió su procedencia.

Principe, y señor del Condado donde se encontraba Fumaces, y por consiguiente Señor de todos los ciudadanos de la localidad. Pero el intentaba tratar a las gentes como si de uno más se tratara, pero la gente ya no lo veía como un igual, era su Señor. Pero las cosas habían cambiado, ahora era él el que desaparecía, y lo hacía para pensar, para descansar, para desconectar de la rutina. Desaparecía para meditar sobre un futuro incierto, desaparecía para...

Mientras Philip seguía su particular lucha contra el resto del mundo, intentando algo imposible, y Aliena, que había encontrado en Philip una fuente de información sobre Richard, era ahora la que buscaba la forma de demostrar a Richard que todo lo que decía era verdad. ¡Como ha cambiado la historia!. Todo había cambiado en Fumaces desde la noche en la que Richard y Aliena durmieron en el Castillo, todo había cambiado desde que Philip estuvo con su amigo en el Castillo, todo había cambiado en Fumaces desde que Richard descubrió quien era.

 

Cualquier parecido con la realidad es coincidencia. Y esto, es solo una parte de la aclaración de lo que pasó con los personajes, la historia no va a seguir, por lo menos, de momento. No le deis vueltas, no lo intentéis interpretar, no hay explicación, solo podéis disfrutarla.

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