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De Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol

De Principes Impares

De príncipes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 21)

La catedral iba bien para los intereses de Richard, aunque Philip no paraba de ver problemas por todos lados, pero se sentía optimista aun teniendo que aguantar las charlas que le daba su amigo con respecto a como llevaba la construcción. Richard estaba siendo muy exigente, a veces Philip pensaba que se le había subido a la cabeza eso de ser Príncipe, y aún más eso que le decía Alienna de ser un sabio. Si bien es cierto que siempre tenía respuestas para todo, y todo el mundo le daba la razón.

La vida en Fumaces había cambiado, sin Alienna ni Guiamona ni nadie de las personas que fueron importantes el año anterior ellos sabían hacer grupo con nuevas gentes que acudían en ayuda de la construcción. Siempre había visitas que hacer y Richard había paseado y disfrutado de la compañía de Alienna en las últimas jornadas, aunque ahora era él el que desaparecía y dejaba con una extraña sensación a la muchacha. Philip por su parte tenía sus más y sus menos con Agnes aunque su vida transcurría entre la construcción y los días de descanso en su ciudad natal.

Esta temporada en Fumaces había más tiempo para disfrutar, a Richard se le veía más desahogado que el año pasado, todo en su vida iba a un ritmo diferente al del resto, Philip en cambio tenía que seguir trabajando duro, como cuando llegaron a Fumaces, y ahora además vivir a la sombra de su compañero de aventuras, que ahora era príncipe y al que además reconocían como persona sabia, y también tenía que vivir con el ego de este, que tal vez, y para mal suyo, se estaba apoderando de ese príncipe con vaqueros, despeinado y con gafas de sol.

De príncipes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 19)

La temporada de verano daba sus últimos coletazos, la vida en Fumaces comenzaba a cobrar vida, pero ni Richard ni Philip habían dado señales de vida por la obra, parada desde hacía meses por la ausencia de los trabajadores. Richard había aprovechado ese periodo vacacional para acudir asiduamente a ver a Aliena, pero desde hacía un par de semanas no sabía absolutamente nada de ella. Philip, contrajo matrimonio durante la época estival casi en secreto, y estaba con su familia y sus amigos en el su localidad natal. Coincidieron en las inmediaciones de Fumaces y prepararon su retorno y como afrontar la finalización de la catedral. Pero Fumaces cambia mucho de un año a otro.

No hacía falta hablar para saber que ambos hacían lo mismo cuando entraron en Fumaces, buscar rostros conocidos, pero no hallaron ni rastro, ni Ellen, ni Guiamona, ni Agnes, ni Aliena, nadie de los conocidos de la época anterior estaban, nisiquiera los amigos de estos. Richard sabía que Aliena había cambiado de aires, pero no sabía nada del resto. Entraron en la construcción y vieron que el personal también era nuevo. Se pusieron enseguida manos a la obra, coordinando y examinando al personal para ver como lo usarían para el beneficio de la construcción. Casi todo había cambiado en Fumaces, sobre todo la compañía.

Al fin en el descanso que hicieron para el aperitivo del mediodía apareció Agnes, les alegró verla de nuevo, y comentaron sus andanzas veraniegas. Al terminar vuelta al tajo, a seguir controlando y a seguir ampliando para, este año por fin, terminar la construcción. Pero, aún esperaban a esos rostros que sin estar, los perseguían en sus mentes.

De Príncipes Maestros

Como cambia la historia, parecía mentira que algo así pudiera pasar, pero pasó, y esta vez se demostró como funcionan las cosas. Él es más príncipe que la primera vez que se vieron, es más príncipe que ese primer día en el que le enseñó a caminar por el mundo en el que alguien se había empeñado que se cruzara de nuevo. Altanero a más no poder, orgulloso y seguro de sí mismo, volvió a demostrarle al mundo que en el peor de los momentos es capaz de sacar su entereza, demostró a mundo que después de dos años ha madurado, no olvida, pero sabe mantener al margen de sus obligaciones los problemas personales, ha demostrado que es más príncipe que esa primera tarde en la que el destino los hizo coincidir.

Tal vez no fuera una actitud perfecta, pero lo intentó, intentó que las apariencias engañaran más que nunca, solo se percataron los que realmente sabían lo que había en ese pequeño palacio. Gracias a Dios hubo bastante gente, y Richard supo mantener la compostura, consiguió tener el mínimo contacto con Evelyn aunque las distancias fueran cortas entre ellos, Francesc por su parte que sabía que todo podía explotar en cualquier momento estuvo pendiente de ambos, intentando que nada se estropeara, por que si algo fallaba sabría que iba a tener problemas serios.

Pero no estaban solos en esta historia, Francesc le tenía otra sorpresa preparada a Richard, y dos días antes del encontronazo le dijo que tendría que lidiar la situación con una nueva invitada, pero eso no era ninguna ayuda, porque ahora tendría que conseguir estar cómodo y evitar que nadie se sintiera desplazado y eso complicaba mucho las cosas, aún así un príncipe siempre es un príncipe aunque algunos lo tachen de sapo.

Y por si fuera poco tenía que batallar una delicada situación con Aliena, todo en el mismo espacio de tiempo, además de preparar varios actos para Fumaces y la Catedral, que seguía en construcción bajo la supervisión de Richard y Philip. Todo se complicaba, y todo podría terminar con Richard hundido. Pero las personas como Richard están hechos de una pasta especial, saben manejar los tiempos, porque ellos saben que al final, todo el mundo termina en su lugar, él ha conseguido llegar a ser lo que es a base de esfuerzo y nada ni nadie iba a poder arrebatárselo, antes tendrían que matarlo.

Príncipes del Siglo XXI

Los cuentos se adaptan a la época en las que se cuentan, si antes iban en increíbles caballos ahora van en grandes coches, si antes rescataban a las princesas ahora las recogen y las alejan de sus padres, si antes estaban las madrastras ahora están las amigas feas, si antes había dragones, ahora hay otro tipo de fauna que rodea a las princesas, antes te tiraban las trenzas y ahora te dan su número de teléfono.

Todo cambia, los príncipes ahora no tienen título ni tierras, algunos si tenemos título aunque no poseamos tierras en las que reinar. las princesas son más complicadas de encontrar siguen pensando que besando sapos conseguirán transformarlos en eso que ellas quieren o sueñan. Yo por mi parte sigo esperando a que alguna princesa necesite ser rescatada, sigo esperando a que me digan que comienza el cuento en el que me toque participar, porque sigo pensando que por mucho que cambien los cuentos, la vida es muy parecida.

Llamadme iluso, llamadme crio, llamadme como queráis, pero si queréis ser princesas llamadme, si pensáis que sois príncipes retadme, si añoráis esos tiempos en los que todo era un cuento, volved a leer esta entrada, y como dice un anuncio, para todo lo demás....

De Príncipes que retornan

Recordaba con añoranza el día que llegó. No había pasado tanto tiempo, y sin embargo, muchas cosas habían cambiado. El día que pisó por primera vez Fumaces apenas lo miraron una o dos personas. El primer día que empezó con la construcción de la catedral, no era más que un simple albañil. Con el paso del tiempo no pudo ocultar su palabrería, empezó consiguiendo el control de la construcción, después empezó a dar motivos para cambiar la forma de vida de Fumaces, y ahora....

Ahora paseaba en su caballo de guerra blanco, con su inseparable amigo Philip, con la sutileza del noble que llevaba dentro Richard había conseguido, sin quererlo, apoderarse de Fumaces. Todos sabían quien era, todas sabían quien era, pero eso a él no le importaba, volvía a ser considerado noble, se había convertido en el Príncipe que soñaba en su niñez. Un príncipe diferente, con un estilo propio, casi siempre en vaqueros, y algo que lo diferenciaba del resto, a parte de su rasurada cabeza eran los singulares anteojos que llevaba, "gafas de sol" le dijo un peregrino, "para que no te moleste cuando más brille, son preciosas" le explicó el mismo.

Aun con su nuevo cargo, no oficial por cierto, Richard Wise de Fumaces no era feliz, siempre le faltaba algo, siempre estaba incompleto, nunca estaría satisfecho. Pero eso es algo que él no podía cambiar solo. 

Príncipe con vaqueros y gafas de sol

Este rincón del mundo en el que me ha tocado vivir es maravilloso, tengo playa y montaña, tengo historia e innovación, tengo un pasado y un presente, pero no sé si tendré un futuro. En este rincón del mundo en el que me ha tocado vivir, este rincón del que me he adueñado, en MI mundo, disfruto incluso cuando nadie me rodea, podría decir que incluso lo disfruto más relajándome y dejándome llevar por sus matices, mirando sus gentes, oyendo sus ruidos, en MI mundo puedo esconderme sin que nadie me vea aunque habite cerca o deambule por mi lado, pero en MI mundo falta algo.

En MI mundo que es maravilloso por si mismo y que disfruto con solo vivir en él me siento incompleto. Porque veo un desperdicio que solo yo sepa apreciar la belleza de MI mundo, habiendo tanta gente a mi alrededor. En MI mundo con unos sonidos que no podrás disfrutar en ningún otro lugar, con un colorido que en ningún otro sitio podrás admirar, me falta algo, o ¿podría decir alguien? alguien que me acompañe, alguien que lo admire como yo lo hago, alguien que me haga disfrutar aún más de este mundo del que me he apoderado, y del que me he nombrado Príncipe, porque en MI mundo yo puedo hacerlo.

Ya tengo MI mundo, ya soy Príncipe de él, pero ¿que es un príncipe sin princesa? ¿que es un mundo entero para disfrutar en soledad? ¿para que sirve? por eso ahora me asaltan las dudas, se que este es MI mundo ahora, pero no sé si lo será siempre.

De Príncipes...

Creo que hace un par de años fue cuando ocurrió, no se muy bien como, ni por que, bueno, el porque si lo sé, fue falta de estímulo. El caso es que desde entonces han pasado muchas cosas, y algunas todavía me sorprenden. No se muy bien como explicarlo, pero en estas líneas que siguen, intentaré explicarlo. Pero ya lo aviso, creo que no está todo lo que sucedió, pero todo lo que cuento pasó, no puedo decir más. Si queréis saber todo lo que tengo que contar, seguid leyendo.

Recuerdo que era una mañana fría, no se si era invierno, pero casi, sería noviembre o diciembre, y como cada mañana no tenía muchas ganas de entrar en clase. No tenía suficientes ganas ni me había organizado siquiera para poder sacar todo. Sentía que estaba perdiendo mi tiempo allí, pero no sabía como explicárselo al resto del mundo. La cosa es que llegar allí y dirigirme hacia el comedor universitario estaba siendo una rutina, y no solo estaba siendo para mí. Una de esas mañanas, no sé si fue él o fui yo, la cosa es que terminamos desayunando juntos, y desde entonces....

La cosa es que a veces íbamos a clase, no nos sentábamos nunca juntos, el tenía su grupo  y yo... bueno yo siempre he ido más bien a mi rollo. Pero fuera era diferente, el ritual siempre era el mismo, "a las 9 en el aparcamiento", desayunábamos y íbamos a alguna clase, al laboratorio a escuchar las paridas del profesor, o hablábamos durante horas de cosas a veces sin sentido. Al cabo de un tiempo, nos planteamos no perder el año académico, dejarlo y buscar una alternativa, creo que ese fue el momento en el que empezamos a confiar el uno en el otro.

Así fue como llegamos a SAFA, que no era la única opción, teníamos la alternativa del IES Fuentepiña (El Campillo, que ya no es tal) y después de mirar los pros y los contras de uno y de otro, nos inclinamos hacia SAFA, ahora creo que hay momentos en los que no arrepentimos, sobre todo cuando pasamos cerca del "Fuentepiña" y vemos el ambiente, seguramente allí se trata a los alumnos según su edad, a diferencia que en el SAFA, donde todos, somos tratados como menores. El caso es que desde ese momento en el que nos sentamos juntos a desayunar, hasta hoy, hemos corrido en las capeas, hemos ido a la playa, incluso hemos pasado alguna noche por ahí bebiendo, también hemos tenido alguna excursión, incluso nos hemos arriesgado ha hacer alguna que otra exposición juntos, algo que no creo que volvamos a repetir hasta dentro de unos años.

Pero en definitiva han sido dos años divertidos, en los que tanto él como el de siempre, han estado ahí, sin necesidad de llamarlos, solo hacía falta una chispa, y aparecía uno de los dos, gracias a él he tenido experiencias nuevas, y que nadie malinterprete mis palabras, nada de relaciones mas allá de la amistad, pero si que ha motivado entre otras cosas, a que recupere un blog que estaba un poco olvidado, a que salgan las historias de príncipes, y es que Philip y Richard no hubieran existido nunca si mi amigo no hubiera desayunado conmigo ese día, que no recuerdo, ni falta que hace. Espero que esto dure hasta que nos falle la memoria.

Richard de Fumaces

Lo había conseguido, tenía todo lo que podía querer. Richard tenía el poder sobre Fumaces, controlaba todo lo que pasaba en la obra de la catedral, y de cara a las gentes del pueblo, tenía todo lo que podía querer. Pero, ¿realmente tenía todo?. El se sentía fuerte, se sentía capaz de asumir la responsabilidad que le había caído cuando se descubrió su procedencia.

Principe, y señor del Condado donde se encontraba Fumaces, y por consiguiente Señor de todos los ciudadanos de la localidad. Pero el intentaba tratar a las gentes como si de uno más se tratara, pero la gente ya no lo veía como un igual, era su Señor. Pero las cosas habían cambiado, ahora era él el que desaparecía, y lo hacía para pensar, para descansar, para desconectar de la rutina. Desaparecía para meditar sobre un futuro incierto, desaparecía para...

Mientras Philip seguía su particular lucha contra el resto del mundo, intentando algo imposible, y Aliena, que había encontrado en Philip una fuente de información sobre Richard, era ahora la que buscaba la forma de demostrar a Richard que todo lo que decía era verdad. ¡Como ha cambiado la historia!. Todo había cambiado en Fumaces desde la noche en la que Richard y Aliena durmieron en el Castillo, todo había cambiado desde que Philip estuvo con su amigo en el Castillo, todo había cambiado en Fumaces desde que Richard descubrió quien era.

 

Cualquier parecido con la realidad es coincidencia. Y esto, es solo una parte de la aclaración de lo que pasó con los personajes, la historia no va a seguir, por lo menos, de momento. No le deis vueltas, no lo intentéis interpretar, no hay explicación, solo podéis disfrutarla.

Una de Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 19)

Todo lo acontecido en esta historia va más allá de la realidad, no le deis más vueltas, esto no es real, aunque ustedes queráis ver semejanzas con el mundo real, solo os puedo decir que eso, es producto de vuestra imaginación, y esta historia, es producto de la mia

Fumaces estaba perdiendo el control sobre cualquier tema, Richard no veía avanzar la construcción de la catedral, es más la veía mucho más lenta y problemática, Philip hacía tiempo que no estaba centrado en completar esa obra, que al principio se antojó majestuosa, Aliena seguía a lo suyo, Ellen parecía no tener muy claro nada, Agnes estaba intentando hacer cosas que no servían para nada, Elisabeth recuperaba su vida en su nueva ciudad, Guiamona vivía en un mundo donde solo existía su realidad, Evelyn parecía volver a entrometerse en el camino de Richard, y así volvemos a empezar.

Enmedio de esta locura, solo cabía esperar que todo saltara por los aires, que Richard mandara al carajo a la catedral y a Fumaces, que Philip terminara en un sanatorio mental, que Ellen desapareciera durante un tiempo, que Agnes se diera cuenta de que estaba esforzandose en vano, que Elisabeth fuera la única beneficiaria de esta historia que Guiamona volviera a la realidad en la que todos viven y que Evelyn terminara de rematar la caída en picado que estaba sufriendo la vida de Richard.

A partir de este momento, Fumaces ya no es Fumaces, y no se sabe muy bien que pasó con estos personajes, sea cual sea su futuro aquí no lo sabremos, por que es justo en este momento cuando acaba esta historia, "De principes despeindas, con vaqueros y gafas de sol"

-FIN-

De príncipes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 17)

Las cosas en Fumaces habían cambiado desde el día del Castillo, Philip ya sabía que Richard era el heredero del Condado de Fumaces y eso le hacía mirar a su amigo con otros ojos. Pero no solamente eso había cambiado. Richard ahora estaba más seguro de todo cuanto hacía, parecía haberse liberado de algún peso que lo mantenía cohibido, parecía que el color de su sangre noble empezaba a coger más fuerza en sus venas.

Alienna estaba enfrascada en intentar no celebrar su festividad anual, pero la gente de Fumaces y los trabajadores de la construcción tenían ganas de fiestas, ya que debido al temporal que azotó a la ciudad no se pudieron celebrar las fiestas locales como se esperaba, lo que la gente no sabía es que durante ese tiempo, algo cambió entre Richard y Aliena, para bien o para mal solo el tiempo lo diría, pero cambió.

Richard no estaba para muchas fiestas aún así tenía algo preparado, Philip estaba dispuesto a ayudarlo, y lo que opinara la gente al respecto... no les importaba a ninguno. Pensaron en preguntar a Guiamona, pero ambos desecharon esa idea, no estaba la cosa como para comprometer a nadie más y menos sabiendo que Guiamona y Aliena eran muy amigas.

Todo hacía indicar que sería un día diferente, lo que nadie se podía esperar es que Richard y Philip tenían más de un plan en funcionamiento. Fumaces estaba volviendo a estar bajo el control de Richard, aunque algunos pensaran que seguían libres y que podían hacer lo que quisieran. Había que adaptarse y Richard lo había conseguido con la ayuda de Philip.

De Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 15)

Amanecía en el castillo de Carteia, Philip se desperezaba en el jergón que había usado como cama esa noche, bajó por las escalinatas que antaño habían estado cubiertas por una alfombra roja con ribetes dorados, Philip pensaba en lo majestuoso de ese castillo, lo que debió ser vivir allí. Se dirigió hacia el salón principal, donde la noche antes dejó a Richard, sentado junto al fuego, pensando en todo lo que estuvieron hablando, pero allí no estaba. "¡¡RICHARD!!" gritó, y su voz se perdió entre los largos pasillos que llegaban hasta la sala. Silencio. Giró sobre sí mismo, ¿donde estaba su amigo? salió a la puerta, y allí estaban los dos corceles en los que habían llegado, no se ha podido ir andando, pensó, debe seguir en el castillo. Volvió a subir a la parte alta, donde se encontraban las habitaciones, miró en la primera, nada, siguió con la siguiente, nada "¡¡Richard!!" volvió a gritar, y silencio de nuevo fue la respuesta. Siete habitaciones visitadas y todas igual. Vacías. Algo llamó la atención de Philip, una gran puerta de madera, con tallas en su parte frontal hechas de manera majestuosa, caballos y aves estaban tallados en la puerta con un cuidado sin parangón, él ya había visto esos dibujos en algún sitio, pasó su mano por la talla y se sorprendió ante la suavidad del trabajo perfectamente ejecutado. Empujó la bella puerta, que además de bella y alta era increíblemente pesada, la movió con dificultad, ¿por que demonios era tan gruesa? al conseguir el hueco suficiente para pasar, dejó de empujar. Al fondo de la estancia, en un balcón que desde donde estaba se antojaba inmenso estaba Richard, apoyado sobre la baranda de piedra, mirando al horizonte.

- ¿Richard? - preguntó su amigo con cautela

- ¡¡Philip!!, ya te has despertado, ¿que tal has dormido?

- Bien, bien, me duele un poco la cabeza, pero no es por dormir aquí, será del vino - una sonrisa se dibujó en la cara de ambos.

- Mira acercate, esto sigue siendo increible aún estando desierto. - Esa frase desorientó a Philip, ¿que decía su amigo?

Philip avanzó y la luz que entraba por ese ventanal empezó a complicarle la visión. Era un día precioso, luminoso y radiante. Paró junto a su amigo y se apoyó sobre la baranda igual que él, cuando sus ojos se acostumbraron a esa cantidad de luz su cara se tornó en asombro. 

- Es maravilloso ¿verdad? yo solía ver a los campesinos labrar estas tierras en mi niñez - Dijo Richard con melancolía en su tono de voz

- ¿Tus padres trabajaban aquí? ¿En el castillo? - preguntó anonadado Philip al escuchar esas palabras. Richard lo miró y soltó una sonora carcajada. 

- ¿Cuanto tiempo hace que nos conocemos Philip?

- No entiendo a que viene esa pregunta ahora... pero... supongo que apenas dos años

- Cuando nos conocimos te pedí trabajo, y te conté mi historia, bueno, una versión.

- No te entiendo Richard

- Haz memoria amigo. - Se alejó del balcón y se fue andando pausadamente hacía donde una vez hubo una cama, y ahora solo había un pequeño colchón hecho con plumas y paja.- ¿que fue lo que te conté?

Philip intentó recordar ese día y las palabras que le dijo. Él estaba en su taller, terminando de preparar unos planos para una construcción, cuando Richard apareció junto a Evelyn pidiendo trabajo. Philip se negó al principio, pero Richard insistió, y hubo algo en él que le inspiraba cierta confianza. Así que le instó a contarle su historia, de como había llegado hasta allí.

- Creo...- comenzó a musitar Philip- Creo que me contaste que habían asesinado a tu padre, pero claro eran tiempos de revueltas, pudo haber muerto a causa de eso, o por lo menos eso te dije yo, pero tu insistías en que lo habían asesinado, y que habías perdido todo, pero que algún día lo recuperarías. Ese fue el motivo por el que te contraté Richard, me convenciste de que asesinaron a tu padre, y mira, ahora eres un gran maestro constructor, y juntos estamos haciendo la catedral más hermosa del mundo. Pero ¿que tiene que ver eso ahora?

Richard volvió a reír, se puso en pie y le hizo un gesto a su amigo para que lo siguiera. Caminaron por la estancia, y pararon junto a un muro.

- ¿que pasa Richard? ¿porque paramos aquí? no entiendo nada

Los ojos de Richard se llenaron de lágrimas en ese mismo instante. - Aquí, Philip, justo aquí mi vida cambió.

Volvió a mirar hacia el balcón como recordando todo lo vivido entre esas paredes, y su mirada se detuvo en el colchón. Un colchón donde días antes había estado con Aliena, donde había disfrutado con Aliena y donde esa noche, sufrió por culpa de Aliena. Miró a su amigo, las palabras no le salían, y a duras penas dijo:

- Aquí me despedí de mi padre Philip - empujó el muro y tras el un pasadizo, que llegaba hasta el rió cercano, le explicó.

La cara de Philip estaba entre el asombro y la incredulidad, al final los rumores iban a ser ciertos. Richard era el hijo del antiguo Conde de Carteia, al que asesinaron vilmente para conseguir ampliar sus terrenos y por el cual muchos ahora sufrían la hambruna y las penurias de esta época de crisis. Todo el mundo admiraba y adoraba a su padre y todo el mundo lo echaba de menos. También buscaron a su hijo, todo el mundo lo buscó, querían que recuperara lo que era suyo, por que al fin y al cabo, con él al mando, seguramente todo hubiera sido más llevadero. Philip lo había ayudado a conseguir ser lo que era. Había ayudado al Conde Richard de Carteia a vivir, y le había enseñado un oficio para sobrevivir. Su amigo, El Conde de Carteia.

 

Todo parecido con la realidad de este texto es pura coincidencia, como siempre vamos, no le deis más vueltas, no las hay, pero siempre hay alguna mente enferma que se empeña en buscar parecidos. En fin yo ya lo he dicho, y lo seguiré diciendo mientras escriba las partes de esta historia. Que por lo que se ve va a seguir creciendo.

Una de Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 13)

Dicen que el 13 es un número gafe, yo lo voy a poner a prueba, pero antes, y como hice en la entrada anterior avisar, ya que el que avisa no es traidor, es avisador, que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, aunque he de reconocer que tal vez haya cosas que a algunos les suene, pero no le deis más vueltas, es todo producto de vuestra imaginación.

"esta majara perdida pero su locura habitual es muy guapa y como algo me han comentado de un nuevo sabio que pretende desvancar al mismisimo evans el de la calle q nose si tendrás el gran placer de conocer me he dicho vamos a dejarle las cosas claritas al señor"

Eso es parte del fragmento de papel que encontró Richard clavado en la puerta de su trabajo. En realidad, eso es la traducción de lo que encontró. No venía firmado, y del resto del texto no pudo entender nada. Sinceramente, ni con esta parte traducida consiguió entender nada. ¿A que sabio se refería? el no era un sabio, el era un simple constructor que intentaba aclarar cualquier duda que tuviera. Del resto del mensaje, solo pudo entender palabras sueltas, LIBRE, MODELO, y la última frase, NO LO VAS A ENTENDER, ¿que tipo de sabio no es capaz de entender algo? estaba claro que se había equivocado. Tenía el papel entre sus manos, y analizándolo a la clara luz de la mañana creyó entrever lo que parecía una firma al final del todo.

Aliena y él habían discutido por la tarde, estaba claro que su relación, por llamarlo de alguna manera, era como una montaña rusa, con altibajos constantes, quizás demasiados, y eso hacía que Richard añorara el pasado. Fumaces era un mundo raro, solo fue allí a trabajar y se encontró con una historia que no sabía manejar, pero que estaba intentando hacerlo lo mejor que podía, además durante esos días su hermana vino a hacerle una visita, y la noche que recibió ese mensaje venían de un pueblo cercano de ver una obra de teatro. Joanne no sabía nada de lo que su hermano vivía en Fumaces, el lo llevaba todo en silencio, no quería que enlazaran su tristeza y malestar con cualquier evento ocurrido en Fumaces, pero esto era diferente. Richard tenía la extraña sensación de que algo iba a pasar ¿sería bueno o malo? ¿quien sabe? tal vez ese sabio del que hablaba la nota...

La obra de teatro trataba de cosas fantásticas, y Richard y Joanne venían alucinando, el actor había desaparecido ante sus narices, y había aparecido más tarde en otro lugar del recinto, ambos se preguntaban como lo habían hecho, y Richard quería saber como hacerlo, puesto que estaba planeando hacer lo mismo que ese tal... David Cooperfield. Desaparecer. La duda de Richard era si hacerlo de Fumaces o solo de la vida pública de este. ¿sería capaz de hacerlo? Estaba claro que sí, y también estaba claro quien podía ayudar en esa decisión, Aliena podría inclinar la balanza hacia un lado u otro

Una de Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 11)

Esta vez aviso desde el principio, por si alguien no llega al final del texto. Como siempre, os recuerdo que cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia, no suelo tener la intención de reflejar la historia de Fumaces con lo que ocurre a mi alrededor, aunque, si alguien se ve reflejado en algún personaje...

Guiamona era una mujer bella, y eso siempre había sido un problema ya que los hombres la tenían controlada, o tal vez intentaban no perderla y siempre querían saber donde se encontraba, que hacía o que iba ha hacer. Pero Philip era diferente, Richard lo sabía porque lo conocía lo suficiente, pero tanto él como Philip llevaban poco tiempo en Fumaces y no todos los conocían como para saberlo, y por supuesto Guiamona no iba a ser más que ninguna. Él lo intentó en vano, ya que su poca insistencia al parecer seguía siendo demasiada y ya empezaba a desmoronarse. Su amigo estuvo ahí siempre, él lo sabía pero no sabía como explicarle lo que pasaba, o tal vez es que Richard no lo terminaba de entender, al fin y al cabo, Richard también tenía bastante con Aliena.

La cosa en Fumaces parecia haber tomado un rumbo extraño. La obra se había relentizado y retrasado, tanto es así que se había calculado que duraría un año más todavía. Se aproximaban las festividades en Fumaces, 3 días de fiestas y actividades, las primeras para Richard y Philip, y nada hacía presagiar que fueran a ser unas fiestas tranquilas, y es que como ya os he dicho antes Guiamona y Philip, que todavía no habían tenido absolutamente nada (los motivos solo lo saben ellos) estaban pasando por una crisis que tal vez fuera más grave de lo que aparentaba, y Richard y Aliena, en fin, no paraban de jugar al gato y al ratón, ya no sabían como hacer entrar en razón el uno al otro. Uno que si necesitaba libertad, el otro que si necesitaba saber el porque de tanta libertad. Uno que si no quería dar explicaciones, el otro que no las pedía pero si necesitaba saber que iba a hacer. Historias que entre todos no paraban de liar, y hacer que cada día fueran más grandes, y todos sabían que la solución era tan sencillo como ser sinceros y claros los unos con los otros. Siendo así, tal vez todo llegue a buen puerto, tal vez se supere el bache o tal vez....

Una de Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 9)

Todo estaba tranquilo en Fumaces, demasiado tranquilo. La rutina se había apoderado de todo, incluso de la construcción de la catedral. Philip y Richard siempre hacían lo mismo. Iban a controlar la obra, después a la cervecería, y de vez en cuando charlaban con alguno de los habitantes de la población. Desde los altos cargos que controlaban la ciudad tampoco había novedades de ningún tipo, de vez en cuando se acercaban a ellos para preguntarles por la construcción, si iban a hacer alguna innovación, pero poco más. Incluso con las mujeres todo estaba igual, Philip seguía jugando al despiste con Agnes, y Richard... bueno, casi se había acostumbrado a las desapariciones de Aliena, con lo que en ese aspecto, todo estaba igual.

La vida así desmotivaba a ambos, tenían que conseguir darle vida a Fumaces ¿cómo? eso no lo tenían muy claro, pero algo había que hacer. Y la ocasión de mover al pueblo no se hizo esperar, no saben muy bien como pasó pero pasó, de repente se vieron envueltos en una conversación con las jóvenes del lugar, y empezaron a ser el corrillo de los dimes y diretes de Fumaces, la gente se giraba al verlos pasar, y ellos se reían de la situación. Hubo incluso quien se atrevió de tacharlos de impuros, y que su relación no era bien vista por los demás aldeanos, eso les hizo explotar en carcajadas.

Richard sabía que eso le estaba insuflando vida, lo necesitaba, se encontraba otra vez en un punto en el que no sabía muy bien que hacer, necesitaba una acción para reaccionar, y parece que eso iba a surtir efecto pronto. No lo había hablado con Philip, pero tampoco hacía falta, el sabía de sobra que Richard había empezado eso por un motivo más simple. Conseguir que esas extrañas desapariciones de Aliena dejaran de ser un motivo de duda, y por lo menos, dejar de perder la oportunidad de hablar con tranquilidad si se veían por las obras de la catedral o camino a casa, por lo menos eso. Aunque después desapareciera, pero saber que durante la mayor parte del tiempo, podía hablar con ella sin que a sus espaldas comenzaran los murmullos de las gentes de Fumaces.

La cosa parecía ir bien, en cuestión de horas las mozas que trabajaban los campos mas cercanos a las obras se arremolinaban junto a la sala de los maestros constructores, esperando algo que ni siquiera ellos sabían lo que era. Philip y Richard disfrutaban del momento, Philip veía a Richard atento a todo, y de repente, Aliena aparece en escena y todo se acelera. La Revolución ha comenzado.

 

Como he dicho en otras entradas de esta historia, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, o por lo menos eso intento, que solo sea eso, coincidencia, no le deis más vueltas, a veces el subconsciente juega malas pasadas, y esta os aseguro que es una de ellas.

 

Una de Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 7)(extensión)

Philip veía cosas que parecían un poco extrañas,imagennes plasmadas en el boulevard,en las paredes de la catedral casi terminada,pero Richard no veía nada y con voz preocupante le decía que era producto de su imaginación,que no existían esas imagenes.Philip un poco asustado aparaco un poco el tema para centrase en ganar o,más bién,destruir a Richard en un entretenimiento llegado de otras tierras.El cuerpo de Philip interfería en la visión de Agnes.También Richard se encargaba de que esa visión fuera más intensa pero Philip consiguió revolverse y evitar el ataque.La catedral tendra que esperar a ser inaugurada,será muy pronto.

Mientras tanto las aventuras de Philip y Richard continuarán,no se sabe si por buén camino o no,aunque si es verdadque abra un pique entre los dos,uno disfrutara de lo bueno y lo malo del otro pero siempre seguirán en el mismo camino.

Una de Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 7)

"¡¡Lo que no me pase a mi!!" dijo Philip, mientras paseaban por el nuevo boulevard de Fumaces, una obra que se ha realizado en un tiempo record, para que esté a punto para la conclusión de la Catedral donde Richard y Philip estaban dando los últimos retoques. Philip tenía razón, Richard no terminaba de entenderlo, por más que miraba a su alrededor no veía el porque de esa frase, pero no tardó mucho en comprenderlo, a tan solo unos metros de distancia Agnes nos saludaba y sonreía, y a cierta distancia de ella, Ellen que como de costumbre estaba en su mundo degustaba una sabrosa cerveza.

La situación era divertida para Richard, aunque cada vez que giraba la cara para ver a su amigo... pensaba que era una situación comprometida, pero ¿porque iba a serlo? en principio nadie sabía nada de lo que pasaba ni de lo que Philip pensaba al respecto, pero eso fue un error que salió a la luz con bastante brevedad, "Se rumorea que hay nueva pareja en Fumaces" dijo Ellen, Philip miró a Richard y este a Agnes que sonreía nerviosa.

- ¿Si? nosotros es que estamos que no nos enteramos de nada, estamos en la construcción intentando que no falle nada- Dijo Richard, Philip no sabía que hacer y Agnes cada vez estaba más sonrojada.

Después de esa situación incómoda de la cual todavía no se como salimos, pasamos unos días tranquilos, y la monotonía seguía invadiendo la vida de Richard, Aliena daba las señales justas de vida, y ya no sabía que hacer, solo intentaba mantener su mente ocupada en otras cosas, pero, era difícil separar la mente y dejar de pensar en Aliena, algo lo había vuelto loco, o estaba a punto de hacerlo. Se decía una y otra vez que no la dejaría desaparecer más, que a la próxima lo mandaba todo a la mierda, pero, ¿que mandaría a la mierda si no sabía lo que tenía? y cuando intentaba aclararlo con ella, todo se olvidaba, y todo volvía a empezar.

En la construcción todo seguía igual, todos a lo suyo, y mirando a un lado y a otro para conseguir terminar todo en la fecha prevista. Richard, estudiaba los planos una y otra vez, daba vueltas sin sentido cuando todos se iban a casa, y siempre acaba pensando en como sería el poder compartir la vida con alguien.

Una de Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 5)

Ha pasado tiempo desde la última vez que coincidieron en algo, pero Richard y Philip sabían que algo estaba cambiando a su alrededor. Aliena era incontrolable, y eso hacía que Richard se sintiera extrañamente atraído por ella de una manera que difícilmente podía explicar, mientras que Philip, que no suele escuchar a Richard o no suele entenderlo, y para cuando consigue entenderlo o escucharlo es demasiado tarde. Algo así le pasó con Agnes y Ellen,  Richard le explicó que hacer si quería conseguir una oportunidad con Ellen, pero Philip no lo quiso escuchar y se dejó llevar por las dulces palabras de Agnes, que lo embaucó y lo sedujo con maestría para llevarlo a su terreno.

Habían pasado 3 meses desde que empezaran las historias de ambos, y aunque los dos se conocían bien, no sabían como había pasado nada de lo que ahora acontecía a su alrededor. Richard siempre se mostraba seguro de sí mismo, pero si Aliena desaparecía, cosa que era habitual, el se sentía aturdido y no pensaba con claridad, Philip por su parte intentó llevar en secreto su locura con Agnes, pero fue un secreto solo para él, por que al parecer lo sabía todo Fumaces, lo que incluía también a la bella Ellen, mujer menuda, con un carácter risueño, con una capacidad de atraer miradas digna de reyes y que Philip estaba perdiendo, aunque no se daba por vencido.

La vuelta a la construcción de la nueva catedral les hacía pasar mucho tiempo juntos, y ambos hablaban de sus cosas, y como no de ellas, incluso Elisabeth y Evelyn aparecían de vez en cuando en esas conversaciones, pero quienes monopolizaban sus charlas eran siempre Agnes, Aliena y Ellen. Aliena por que traía loco a Richard en todos los sentidos, Agnes por que poco a poco se estaba metiendo en la vida de Philip y Ellen por que  estaba en tierra de nadie y Philip no podía de dejar de pensar en ella.

Uno de esos días en los que estaban descansando durante la jornada de trabajo, Richard le dijo a su amigo que estaba pensando en irse unos días, quería desconectar y desaparecer, para ver que tal era todo a su vuelta, no es que se fuera a ir mucho tiempo, pensó que un par de semanas serían suficientes, "¿A donde tienes pensado ir?" preguntó Philip intrigado, "te lo diré cuando llegue, por que realmente no lo tengo claro. Pero este tiempo de parada no he podido disfrutarlo como yo quise, así que tengo que recuperar ese tiempo".

Nadie en Fumaces sabía muy bien que estaba ocurriendo, pero se notaba en el aire cierto revuelo que no sabían como podría terminar, en cualquier caso, y pase lo que pase, Richard y Philip seguro que iban a estar en medio.

 

Como en anteriores ocasiones, todo parecido con la realidad es pura coincidencia, aunque sé que estas historias están dando que hablar, pero ya os he dicho que es solo casualidad, aunque alguien dijo alguna vez... que las casualidades NO EXISTEN, así que hay dos opciones, o no es realidad nada y lo estas mal interpretando o es real ¿que piensas?

 

Una de Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 3)

Richard no había empezado nada bien esta temporada, se encontraba raro, se entristecía con facilidad, y solo le daba vueltas a la cabeza intentando saber que demonios le pasaba. Su amigo Philip se había ido unos días a un pueblo cercano para estar con su familia, y Aliena, bueno, de Aliena apenas sabía nada. Se habían visto con asiduidad, poco antes de que ella le dijera que se iba a ausentar, lo que Richard no sabía era cuanto tiempo, ni por que se iba justo ahora. Desde que Elizabeth se marchó Richard no era el mismo, estaba más encerrado en si mismo que nunca, solo se despejaba con Philip, y muy a menudo con Aliena, con la que le gustaba conversar de todo y de nada, pero no estaban ninguno de los dos, y para colmo, le llegaban noticias de que Elizabeth reacia su vida, y se alegraba por ello, pero no podía más que reprocharse que haya tenido que irse ella, para darse cuenta de que se estaba consumiendo él solo.

Después de ver lo que envolvía ese pedazo de tela que Aliena le entregó hacía ya varias semanas Richard había conseguido volver a sonreír, de una manera en la que hacía tiempo que no lo hacía, prácticamente desde que su padre el Conde de la comarca falleciera.

Al cabo de unos días Philip se presentó en su casa y le invitó a tomar unas cervezas, tenía muchas cosas que contarle de su pequeño viaje y Richard estaba ansioso por hablar con alguien cercano, su agobio estaba menguando con la compañía de su amigo, pero aún había algo que le quitaba el sueño, Aliena, no sabía por que, pero esa joven le atraía y no sabía muy bien por que. Estuvieron charlando hasta bien entrada la noche bebiendo cerveza, pero algo distrajo la atención de Richard, algo, en un par de mesas al fondo del local le llamó la atención, "sí, sí, con Aliena" fue lo único que alcanzó a oir, ¿de que hablaban? ¿era la misma Aliena? Richard empezó a encontrarse algo aturdido y mareado, y dejó a Philip con la palabra en la boca para salir de allí y dirigirse a casa. Algo no va bien, y Philip lo sabía, pero también sabía que no era el mejor momento para decirle nada a su amigo, así que lo dejó marchar.

Se tambaleaba y se sentía mareado a causa de la gran cantidad de cerveza que había bebido, y como buena mente pudo, mantuvo el equilibrio, o eso pensaba él y llegó a su casa. Se sorprendió al ver sobre la puerta un papel clavado, "Quiero que seas algo parecido a ese príncipe Azul de las historias que me contabas junto al lago" era de Aliena, reconocía su letra a la legua.

- ¡¡Yo no soy ningún príncipe!! - Gritó en mitad de la noche, entró como pudo en la casa, encendió la chimenea, y se repetía para sí una y otra vez, "yo no soy un príncipe, no lo soy, no soy un príncipe", pero él sabía, aun en ese estado de embriaguez que quisiera o no, debía afrontar lo que realmente era.

La joven Aliena, paseaba rumbo a casa de Richard, con la ilusión de verlo, hacía muchos días que no se veían y necesitaba de sus historias, necesitaba de su sabiduría, quería aprender a contar historias como las que él le recitaba, y todavía recordaba con nerviosismo, aquel beso a la orilla del gran lago, todavía se le erizaba la piel solo de pensarlo, ¿cuando sería el próximo?, llevaba bizcochos recién horneados que había comprado en el horno del priorato. En ningún momento pensó que Richard iba a reaccionar de esa manera.

Pues ahí se quedó esta tercera parte, sí, la tercera, y ¿porque la tercera? es sencillo, yo lo escribo y lo hago como quiero, así que si queréis saber que pasa en la segunda parte tendréis que esperar, y para la cuarta igual, y la cosa es bien sencilla, Ah!!! se me olvidaba, como en el anterior, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, o no, yo que sé, piensa lo que quieras, así es más divertido.

 

Una de Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol (parte 1)

Hay historias que son dignas de contar, y la de Richard no iba a ser menos. Era un galán venido a menos, que hacía poco había cambiado de localidad acompañado de su compañera de fatigas Elizabeth. Richard era hijo de un conde asesinado, por sus venas corría sangre real, pero desde la muerte de su padre, sabía que no iba a ser príncipe nunca, aunque para Elizabeth lo sería siempre.

Al llegar a su nuevo destino, con la intención de cambiar de vida, se empezó a ganar la vida como si jamás hubiera vivido rodeado de grandes del reino, empezó intentando ser lo más humilde que supo, pero era inevitable que sus genes salieran a la luz, hablaba con palabras cuidadas y siempre media muy bien todo lo que de su boca salía y comenzó a llamar la atención en demasía, sin quererlo, pero lo hizo. Elizabeth notó que el se distanciaba y no sabía por que, tal vez, lo que habían vivido durante los últimos meses, hubiera sido todo bastante acelerado, perder a un padre, y verse sin dinero y con tantos agobios sumía a Richard en un afán incontrolable por sacar todo adelante, sin tiempo para dedicar a Elizabeth, y eso estaba deteriorando la relación.

Fumaces, no era un sitio normal, allí todo era bastante extraño, la gente miraba a Richard de forma extraña, tal vez su excesivo corte de pelo fuera un motivo para ser el centro de atención, tal vez su forma de andar, un tanto chulesca, sea lo que fuere, lo cierto es que no consiguió engañar a nadie, Richard no era un tipo normal, y lo que le rodeaba tampoco. Una mañana durante uno de sus descansos matinales, un joven pizpireta se acercó por sorpresa a nuestro protagonista, estaba subida a un alto para poder hablarle a la cara, Richard era un tipo corpulento y Aliena, quería ver su reacción cuando la viera, la sorpresa para ella es que llevaba unos extraños anteojos que reflejaban su rostro en ellos, y apenas se podía vislumbrar hacia donde miraba Richard. Ella le llamó por su nombre, todo el mundo le conocía, aunque él no lo supiera, le entregó un pequeño bulto envuelto en un trozo de tela y le pidió que lo abriera llegado el momento,

-¿cuando será el momento? - Replicó Richard

- Estoy segura que sabrás cuando es.

Se bajó del alto donde se encontraba, y se fue, tranquila por fuera, y hecha un auténtico flan por dentro, seguro que le he parecido tonta, pensaba para sí, seguro que tira el paquete.

Richard estaba un poco consternado, jamás le había pasado nada parecido, en el Castillo de su padre, las cosas no eran así, normalmente todo iba concertado, incluso él tenía casi todo listo para su boda, pero la muerte de su padre estropeó el enlace y lo hizo sumirse en una gran tristeza, fue entonces cuando conoció a Elizabeth, que lo ayudó a salir de ese bache emocional, que lo estaba sacando de su sumisión, y ahora él, la estaba dando de lado.

Una noche, al llegar a casa Elizabeth lo esperaba con un serio semblante, algo pasaba, y no era nada bueno.

- ¿que demonios te pasa Richard?

- Nada, ¿debería de pasarme algo? - El tono de la pregunta de ella, lo puso a la defensiva, algo no iba bien y no sabía muy bien que era

- Estás distante conmigo, hace tiempo que no hablamos y el tiempo que me dedicas no es suficiente, no hacemos nada juntos - Un tono melancólico y de tristeza absoluta se denotaba en la entonación de Elisabeth

Richard no supo que contestar, le pidió perdón, y salió de la casa para dirigirse hacia la cervecería. Había sido un día duro, y no se encontraba con fuerzas para discutir, ni siquiera para encontrar una solución a algo que se le estaba llendo de las manos. Allí se encontró con Philip, su gran amigo, estuvieron hablando de la cosecha, de la construcción la nueva catedral de la ciudad, pero Richard quería llevar la conversación a su terreno, sin saber muy bien como hacerlo. Pero Philip no era tonto, y conocía bastante bien a su amigo, sabía que algo le rondaba la cabeza y no sabía muy bien que era, así que le preguntó sin dilación y a discreción.

- Richard, te conozco lo suficiente para saber que algo te ronda la cabeza, ¿que te pasa?

Richard ladeó la cabeza, le dió un sorbo a su cerveza, y le comentó el conato de discusión que acaba de tener con Elizabeth. Philip tampoco lo entendía demasiado bien, Richard no paraba de trabajar para conseguir un futuro próspero, y después del esfuerzo que estaba haciendo, esa respuesta por parte de ella no lo entendía pero, conocía a su amigo, y sabía que eso era capaz de solucionarlo, debía de haber algo más e intentó sonsacarlo. Al cabo de un rato, Richard sacó un bulto del bolsillo de su vaquero, era algo envuelto en un pedazo de tela, "¿que hay dentro?" preguntó Philip, y Richard sonrió "No lo sé, todavía no ha llegado el momento..."

Pasaron los días, y la situación con Elizabeth empeoró, tanto es así que decidió volver a su hogar, dejando a Richard dolido, por no haber sabido que hacer en esa situación, no supo reaccionar en varios días, pero Philip consiguió sacarlo de su patético estado. Durante poco más de un mes Richard se limitó solo y exclusivamente a trabajar, incluso se dijo que debía de bajar su intensidad, ya que no le estaba haciendo ningún bien a la salud, apenas dormía y comía si se acordaba o si Philip se lo decía, pasado ese tiempo, no hizo otra cosa que trabajar y descansar.

Cierto día, mientras descansaba en su casa, Richard sintió el deseo de re-decorar un poco su hogar, y fue al acercarse a la chimenea cuando vió algo que le resultó familiar, un paquete de tela, entonces recordó a Aliena, esa pequeña mujer de pelo largo que a veces se cruzaba por los campos de la ciudad, mientras caminaba hacia el trabajo. ¿que habría en el sobre?¿habría llegado el momento?

Richard lo abrió con premura, y se sorprendió al ver lo que en su interior había, no se esperaba eso, se sentía otra vez como un príncipe, por sus venas la sangre corría a borbotones dejando claro que esa sangre era de un color azul intenso, él formaba parte de la realeza, aun estando en su peor estado, desaliñado y viviendo en una triste casa de madera, con los vaqueros rotos el seguía siendo parte de las familias importantes del país, aunque bien es cierto, que el no se sentía como tal, se había convertido en un simple constructor, por muy azul que fuera su sangre....

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, no le busquéis explicación a algo que no la tiene... ¿o no es pura coincidencia? :D espero que os halla gustado leerla, tanto como a mi escribirla