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De Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol

De Príncipes que retornan

Recordaba con añoranza el día que llegó. No había pasado tanto tiempo, y sin embargo, muchas cosas habían cambiado. El día que pisó por primera vez Fumaces apenas lo miraron una o dos personas. El primer día que empezó con la construcción de la catedral, no era más que un simple albañil. Con el paso del tiempo no pudo ocultar su palabrería, empezó consiguiendo el control de la construcción, después empezó a dar motivos para cambiar la forma de vida de Fumaces, y ahora....

Ahora paseaba en su caballo de guerra blanco, con su inseparable amigo Philip, con la sutileza del noble que llevaba dentro Richard había conseguido, sin quererlo, apoderarse de Fumaces. Todos sabían quien era, todas sabían quien era, pero eso a él no le importaba, volvía a ser considerado noble, se había convertido en el Príncipe que soñaba en su niñez. Un príncipe diferente, con un estilo propio, casi siempre en vaqueros, y algo que lo diferenciaba del resto, a parte de su rasurada cabeza eran los singulares anteojos que llevaba, "gafas de sol" le dijo un peregrino, "para que no te moleste cuando más brille, son preciosas" le explicó el mismo.

Aun con su nuevo cargo, no oficial por cierto, Richard Wise de Fumaces no era feliz, siempre le faltaba algo, siempre estaba incompleto, nunca estaría satisfecho. Pero eso es algo que él no podía cambiar solo. 

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