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De Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol

Peumayen

El título de esta entrada es el nombre de un pueblo, (tal vez ficticio) un pueblo porteño donde se mezclan sueño y realidad a partes igual, no en vano Peumayen quiere decir en la lengua Mapuche Lugar Soñado, o lugar idílico , y algo así era mi vida. Con el paso del tiempo me he dado cuenta que tampoco era tan soñado como creía, supongo que eso nos pasa a todos en algunos momentos de nuestra historia. En los estudios todo ha ido siempre igual, siempre tirando, en el trabajo, bueno en el trabajo las cosas han ido cambiando, empezó siendo un entretenimiento, se convirtió en una obligación, para volver a ser un entretenimiento obligado, y transformarse en cuestión de meses en un suplicio entretenido y de obligado cumplimiento, dependiendo siempre de los que nos encontremos trabajando.

En lo privado no hay mucha mejoría, tal vez diría que todo va un poco peor, aunque de eso me he encargado yo mismo, de destrozar mi poca vida privada, hasta el punto de darme cuenta de que nunca he tenido un grupo con el que salir, siempre he ido cambiando, una especie de Bohemio de la amistad, por no decir de acercarme siempre a los que más me convenían y eso ha terminado por hundirme en lo que a amistades se refiere.

Cambiar eso depende de mi, aunque también tengo que conseguir dejar de sufrir las influencias laborales, este verano que en principio iba a ser el verano del trabajar para vivir, pasear y disfrutar, ha pasado a ser el verano de trabajar por trabajar, vivir lo justo, pasear del garaje a casa y disfrutar de la soledad.

Escribir me relaja a la par que me devuelve algo de equilibrio (a lo PowerBalance) ya que suelto fuera todo lo que llevo dentro. Y hay más cosas dentro, por desgracia siempre las hay, pero eso es otro tema, que como en la entrada anterior…. contaré en otra ocasión.

Si alguien encuentra el camino para regresar a Peumayen por favor que me lo diga, necesito un par de días en el paraíso para no terminar de cortarme las venas o lo que es peor, para no hacerle daño a nadie, ya que ganas no me faltan, pero que mis palabras malintencionadas no se saquen de contexto, yo golpeo con palabras, que a veces, son capaces de herir de más gravedad que los propios golpes.

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