Historias de Príncipes en Tensión, Mentiras Piadosas y Leyes de Murphy (Parte 2)
Entró tras ella y notó como las pulsaciones le subían con estrépito, comenzó a sudar, como si se tratara de una emboscada.
- Mi habitación es la primera entrando por la puerta principal
- ¡Que bien! y entramos por detrás. ¿es para ver que pasa si alguien me encuentra por los pasillos?
Sonrió y aceleró el paso, y aun andando más rápido ella no hacía ruido alguno, Richard en cambio parecía un elefante en una cacharrería, las botas llenas de polvo y barro crujían al tocar el suelo y por mucho cuidado que tenía no conocía el lugar como para no chocar. Todo oscuro, con una leve luz de un candil que apenas tenía aceite para mantenerse con fuerza, tras abandonar la cocina atravesaron un corto pasillo a la izquierda para alcanzar otro más largo también a la izquierda. Le hizo un gesto que el entendió como "al final a la izquierda" así que aceleró el paso hasta casi correr, haciendo muy poco ruido, entraron con las pulsaciones a mil, y justo al cerrar la puerta se oyó toser a alguien, Aliena se acercó a la ventana de esa pequeña habitación y cerró las cortinas, se aseguró de atrancar bien la puerta ayudándose de un pequeño perchero que tenía colgado sobre la misma, tras cerciorarse de que todo estaba bien se acercó a las velas y antorchas e iluminó poco a poco la habitación. Un escritorio que sorprendió a Richard, un mesita justo al lado de la cama, la cual era diminuta.
- Coge lo que hayas venido a coger y vayámonos de aquí enseguida.
Sonó una voz en mitad del pasillo. Richard trató de silenciar el sonido de su corazón que por un momento parecía querer salir de su pecho, Aliena tenía los ojos de par en par, y se antojaba un leve movimiento de labios, como si estuviera rezando o algo parecido. La puerta continuaba igual.
- Debemos quedarnos hasta que duerman de nuevo
- ¿lo dices en serio?
- ¿quieres que nos pillen?
- Hay una puerta a dos pasos de la tuya y por lo que se ve por tu ventana estamos justo en la entrada de la casa.
- Esa puerta hace muchísimo ruido, no nos daría tiempo a salir sin despertar a todos.
- En ese caso me pondré cómodo, sin relajarme mucho.
Se quitó las botas mientras ella preparaba la cama para descansar mientras los demás conciliaban el sueño de nuevo. Se tumbaron el uno junto al otro, en la penumbra de la habitación iluminada tímidamente por la luz de una luna que parecía querer acompañarlos durante su aventura.
- Tu sabías que esto iba a pasar ¿verdad?
- En realidad... yo no quería irme de aquí, quería que durmieras junto a mí aquí sin tener que ir y venir.
- ¿Y no era más fácil pedirlo?
- ¿Te hubieras quedado?
El silencio de él fue la respuesta que necesitaba Aliena y la que respondió a la pregunta de Richard antes de entrar en la casa. Todo tenía que ser demasiado fácil y sin complicaciones para que Richard aceptara, no podía dejar cabos sueltos, nunca quería sorpresas. La tranquilidad se rompió al escuchar que la cancela del jardín se abría de nuevo.
- Sea quien sea no va a venir a esta habitación, nunca vienen, no van a venir ahora
- Yo no tentaría a la suerte.
- Estate tranquilo.
En silencio casi sin respirar escucharon el sonido de la puerta por la que minutos antes habían entrado, paso firme y sin dudar, una puerta se abría, era la habitación de al lado, una de las hermanas de Aliena acababa de llegar. Se relajaron, y de repente, el perchero se movió y Aliena saltó como un resorte y antes de que se abriera una pizca de la puerta ella ya estaba delante tapando la visión de la visita inesperada, "nunca entran" pensaba Richard mientras intentaba moverse lo menos posible.
- Ali ¿tu tienes mi traje blanco?¿que te pasa te noto nerviosa?
- ¿que traje blanco? estaba aquí mirando una cosa.
- ¿quien está ahí?
Otra vez intentando disimular el estruendo que su corazón estaba organizando dentro de su pecho. Salieron y hablaron entre susurros en la puerta. Un instante después todo era oscuridad de nuevo y Aliena se volvió a tumbar a su lado. Richard lanzó un brazo sobre su cintura y la abrazó, ella respondió de igual forma. Todo parecía volver a la calma en la casa, pero en esa habitación estaba pasando algo que aunque no era nuevo para ninguno parecía que estaba viviéndose por primera vez. Los nervios de ambos eran latentes, una caricia en la cara, un beso en la mejilla, una mano que se desliza bajo el vestido de lino, otra que acaricia el pecho aún martilleante y todo parece desbocarse, ella diciéndose así misma que no, para tratar de convencer a sus sentimientos e instintos que no debería, el pensando en todos los planes que se rompieron por no hacer daño, en todas las noches perdidas. Ninguno puso freno, ninguno quería perder la oportunidad de disfrutar del otro. Todavía queda noche, y todavía quedan sorpresas.
Continuará...
Ficción o realidad que más da, la cosa es que os guste la historia, y que todavía queda la última parte, el desenlace y las consecuencias que no se muy bien como lo arreglaré. Pero como ya tengo puesto en algún sitio Rectificar es de sabios pero ¿rectificar dos veces también es de sabios?
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