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De Principes despeinados, con vaqueros y gafas de sol

La increíble historia del hombre invisible

Creo que ya todos sabéis que soy estudiante eventual y camarero de fin de semana y época estival, lo que probablemente no sepáis es que además tengo superpoderes. Sí sí, como leéis, SUPERPODERES, y no, no estoy loco, de hecho, mi poder es hacerme invisible, está guay eso de desaparecer, pero seguro que será mas divertido cuando aprenda a manejarlo.

Supongo que seguireis pensando que estoy como una cabra, pues os equivocáis, y os voy a explicar como me di cuenta de ese poder que tengo.

No sé si lo tendré desde siempre, pero de momento solo aparece en la cafetería donde trabajo, me dedico en general a tomar las notas y a llevarles lo que me han pedido, siempre soy yo, por lo menos los fines de semana, quien atiende a la gente que se sienta en la cafetería. Pues bien, no es difícil saber como me llamo, ya que en el uniforme viene mi nombre impreso en la espalda, pero a veces, creo que la gente no sabe leer, pero ese no es el caso. La primera vez que me pasó fue hace poco más de un mes, era domingo, y estábamos a punto de cerrar cuando entró en la cafetería una clienta habitual, y amiga de todos los que allí trabajamos. Pues bien, solo se despidió de Fran y Patri, y yo le puse la cerveza y le di al mando para que sacara tabaco, me pareció raro que no se despidiera de mi, ya que yo estaba entre Patri y Fran. Me sorprendió, y me sentó mal, pero fue por que todavía no sabía que tenía ese don de hacerme invisible. Poco después me volvió a pasar, tengo la costumbre de cuando llego a la mesa prepararme antes de dar las buenas tardes, llego a la mesa, me planto entre las sillas y saco del mandil el comandero y el boli, después digo "Buenas tardes" (o buenos días, depende de la hora) pues con esa mesa algo falló. Dije buenas tardes y nadie se inmutó, parecía que habían oído algo pero no sabían de donde demonios salía esa voz. Así que lo repetí con más fuerza "¡BUENAS TARDES!" y creo que volví a aparecer de repente, por la cara de asombro de la mujer de unos 50 años, que dió un  respingo en su silla al verme (¿aparecer?) a su lado. Y como eso me han pasado ya varías situaciones, cada vez con más frecuencia, pero no consigo controlarlo, pero seguro, que esta semana santa, que es cuando más voy a necesitar ese poder... 

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