¿La ves sonreír?
Hacía calor, y los dos iban ilusionados hacia el hospital, él como era el mayor, tenía ya 5 años, entendía mejor las cosas que el enano que iba a su lado en el asiento trasero de ese coche ranchera blanco. Era la primera vez que ambos iban a ver algo parecido, iban a conocer a alguien con quien les iba a tocar convivir a partir de ese mismo momento. Cuando entraron en el hospital todo les pareció sorprendente, había gente muy rara que iban de verde otros de blanco, andando de un lado para otro, con unos hierros colgados del cuello mediante lo que parecía un tubo plástico gordo. Accedieron al ascensor, su padre pulsó un botón y las puertas se cerraron solas detrás de ellos. La cara del pequeño era un poema, miraba a su hermano y pensaba "¿se han cerrado solas?".
Al llegar a la planta de maternidad, los tres abandonaron el ascensor y caminaron por un largo pasillo pasando de largo una puerta tras otra, los dos jóvenes estaban cada vez más nervioso, de repente el padre se para delante de una de las puertas, y con un movimiento de cabeza les indica que pasen. Allí estaba ella, tumbada en la cama, sonriente y bellísima como siempre, su madre les miraba con dulzura, pero ellos miraban a un bulto que parecía moverse sobre el pecho de la madre, los hermanos se miraron y corrieron hasta el borde de la cama, uno junto al otro. Su madre les miró con los ojos brillantes de felicidad, y separó un poco las sabanas que envolvían ese extraño paquete que tenía sobre el pecho. Una mano, una nariz, un ojo... Un rostro en pequeñito apareció de repente ante ellos y se quedaron embobados mirando aquella persona diminuta. El pequeño dijo "¡Es más pequeña que yo!" y la carcajada fue al unísono.
A los pocos días llegaron del hospital madre e hija, otra vez en casa, pero esta vez eran uno más. Desde ese día nada fue igual, nadie se esperaba que la pequeña apareciera, pero apareció y aunque durante mucho tiempo hubo riñas entre los tres, se achacó a cosas de hermanos.
Ha pasado mucho tiempo desde ese día, 6 de Julio de 1985, y desde entonces, aún con nuestras riñas hemos estado siempre el uno junto al otro. Cuando peor lo hemos pasado y también hemos estado en los mejores momentos. ¿Recuerdas la boda de la Prima Azu? ¿La excursión al parque Warner?¿Recuerdas las tardes en tu casa cantando en el singstar?
Los malos momentos no te los voy a recordar, pero tu sabes y si se te ha olvidado yo te lo recuerdo SIEMPRE ESTOY AQUÍ. Y que no se te olvide nunca sonreír.
0 comentarios